No sería una auténtica lectora de novela negra sin bucear en
los libros de esta autora, mundialmente conocida como la dama de la novela
negra.
Tiene la friolera de 21 libros conectados entre sí a través
del protagonista, el comisario Guido Brunetti, un personaje de lo más
variopinto, que lee a Shakespeare, conocedor de ópera y arte, y casado con
Paola, un personaje secundario que actúa como su alter ego, y en entregas como Muerte en la Fenice, se convierte a
veces en coprotagonista de los hechos y no sólo de las cavilaciones del
comisario.
En esta ocasión, me he adentrado en una novela en la que la
protagonista es Caterina Pellegrini, una musicóloga, menor de cinco hermanas e
investigadora nata, aunque en este libro no se investiga un crimen, narra la
búsqueda de un tesoro, supuestamente escondido por el abad Agostino Steffani,
personaje real, obispo, compositor, cantante, y , supuestamente (eso no está en ninguna biografía de las que he consultado) castrati del
siglo XVII.
Definitivamente, me gustan más las obras de Brunetti, en
fin, donde se ponga un poco de sangre, que se quite lo demás (jajaja), pero hay
que reconocer la grandeza de esta autora, capaz de poner suspense hasta en la
lectura de un manuscrito de cinco siglos atrás.
Una de las características más preciadas del estilo de Donna
León lo encuentro en el uso de las palabras en italiano, creo que logran el
efecto de no perder el sentido del lugar donde acaecen los hechos, que es
Venecia, los críticos hablan de que Donna hace que el lector se sitúe en la
Venecia menos turística, más local y propia de los oriundos, describe lugares
sencillos, llenos de encanto, una piazza, un campo, una taberna típica…y nos
entremezcla vocablos que , usando el recurso de sinécdoque (el todo por la
parte), hacen que casi nos sintamos venecianos.
Muy apropiado para leer en estas fechas, una autora
magistral en un entorno de ensueño. Que disfrutéis.
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